Como bien sabéis, muchos lepidópteros son
verdaderos especialistas en las artes del camuflaje. Tal y como apuntábamos
días atrás cuando hablábamos de la
Inachis io (ver en este mismo blog: Una mariposa con cuatro mecanismos de defensa), la finalidad de
esta capacidad es eminentemente defensiva. Ocultarse ante el enemigo, pasar
inadvertida. Profundicemos un poco más en el tema.
El gran filósofo español José Ortega y Gasset define
muy acertadamente el camuflaje de la siguiente manera:
“El
camuflaje es, por esencia, una realidad que no es la que parece. Su aspecto
oculta, en vez de declarar su sustancia (…)”
Gonepteryx
rhamni
(Linnaeus, 1758), una maestra del engaño.
Cripsis es el término
científico que se emplea para hablar en este sentido, entendiendo como tal el
conjunto de adaptaciones que hacen que un ser vivo pase desapercibido ante el
resto en un entorno determinado. Es la antítesis del aposemantismo, cuya finalidad es exactamente la contraria: llamar
la atención haciéndose bien visible, vistiéndose con vivos colores indicadores
de la (potencial) peligrosidad del individuo. En ambos casos, el objetivo es asegurarse la
supervivencia, “si no existo no me comerán” en el primer caso y “¡cuidado
conmigo, soy venenoso (o indigesto)!” en el segundo.
Oruga de Papilio Machaon (Linnaeus, 1758) con puntos aposemanticos.
Aunque son términos estrechamente relacionados, no
conviene confundir tampoco la cripsis
con el mimetismo, ya que si bien en
la primera el objetivo es pasar desapercibido en un determinado lugar imitando uno
o varios objetos existentes en el mismo, en el segundo caso el imitado no es un objeto,
sino otro ser vivo.
A las mariposas del género Hipparchia por ejemplo,
les gusta acercarse a los caminos o zonas pedregosas, donde gracias a fenómenos
de tipo críptico en ocasiones pasan realmente inadvertidas.
Hipparchia hermione (Denis y Schiffermüller, 1775)
Hipparchia semele
(Linnaeus, 1758)
Los mecanismos de defensa crípticos se dan en
muchos casos durante cualquiera de las cuatro fases por las que pasan los
lepidópteros a lo largo de su metamorfosis. Así:
- Cuando son huevos, muchos permanecen ocultos a los depredadores en los enveses de las hojas de sus plantas nutricias, imitando en muchas ocasiones el color de las mismas o consiguiendo este efecto por medio de su consistencia traslúcida.
- Cuando ya presentan forma de oruga, son muchas también las mariposas que se confunden entre la hojarasca o entre las ramas de las plantas nutricias, llegando a permanecer inmóviles durante varias horas si es necesario para pasar inadvertidas.
- Quizás sea durante la fase de crisálida cuando este mecanismo defensivo adquiera su mayor importancia, ya que al permanecer inmóviles durante largos períodos de tiempo y sin posibilidad alguna de escape, el pasar inadvertidos se convierte en algo esencial para evitar ser devorados por los depredadores que conviven día a día dentro de un mismo y en ocasiones reducido entorno.
- En los imagos es donde se dan los ejemplos mas vistosos y espectaculares. El grado de perfección de estos mecanismos varía evidentemente según las distintas especies. Así, mientras algunas, como nuestra Callophrys rubi (Linnaeus, 1758), simplemente imitan los colores del entorno que las rodea o por el que suelen moverse, otras llegan a imitar objetos existentes en los lugares en los que habitan, en ocasiones con un realismo francamente extraordinario, como muchas de las especies del género Kalima que se pueden observar en Tailandia por ejemplo, que imitan con tal perfección las hojas de las plantas de su entorno que cuando están en reposo sobre ramas secas llega a hacerse realmente complicada la localización de las mismas (http://www.flickr.com/photos/toddalperovitz/2092798784/ ).
Callphrys rubi
(Linnaeus, 1758)
Dentro de las mariposas diurnas españolas (y
gallegas), uno de los primeros puestos en este ranking críptico lo ocupa sin
lugar a dudas la Gonepterix rhamni, cuando decide posarse en
árboles de hoja caduca cuando éstas están todavía verdes.
Gonepterix rhamni
Otras de las que también podemos disfrutar por nuestra tierra, como la Hipparchia statilinus (Hufnagel, 1766) o la Brintesia circe (Fabricius, 1775), de costumbres
menos arborícolas, poseen vestimentas en el reverso de sus alas que les
permiten pasar desapercibidas en campos de hierba seca.
Hipparchia
statilinus
Brintesia
circe
Pequeñas cápsulas de cianuro voladoras …
Dejando de lado la cripsis y centrándonos en el
mimetismo, debemos diferenciar entre dos
conceptos diferentes:
- Mimetismo batesiano: descrito por vez primera por el británico Henry Walter Bates (1825-1892), donde la estrategia se basa en imitar a un individuo de diferente especie para tratar de ser confundido con éste. El secreto de esta imitación suele estar en el carácter tóxico o venenoso de la especie a imitar (que la hacen desapetecible a los hipotéticos depredadores) y que no presenta el imitador, que es totalmente inofensivo. Mas allá de lo puramente formal o visual, en muchos casos estos patrones de imitación se llegan a extender incluso al comportamiento.
- Mimetismo müleriano: llamado así en honor a su descubridor, el alemán Johann Friedrich Theodor Müller (1821-1897), quien durante sus investigaciones en Brasil se dio cuenta de que individuos de diferentes especies con depredadores comunes y que acostumbran además a presentar determinadas características que las pueden llegar a hacer peligrosas, mimetizan o comparten determinadas señales visuales de advertencia. Aunque no se puede hablar en esencia de mimetismo en este segundo caso, aquí todas las especies involucradas sirven a la vez de patrón y refuerzan con ello su sistema de defensa.
Un ejemplo cercano de
mimetismo mülleriano es el de las diferentes especies de zygaenas, pequeños heteróceros o mariposas
nocturnas que podemos ver volar a menudo y a plena luz del día, tanto en
Galicia como en el resto del país, por prados, zonas herbáceas, etc., sabedoras
de que los patrones aposemánticos negros y rojos que presentan en sus alas harán
que más de un depredador se lo piense antes de tratar de ingerirlas … y es que
su alto contenido en cianuro no las debe de hacer nada apetecibles …
Zygaena trifolii (Esper, 1783)
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